miércoles, 12 de octubre de 2011

El misterio del Centro Móvil...



Creo que los estudiantes de Aikido, este arte marcial mágico, nos esforzamos por expresar eficientemente la fuerza en nuestras técnicas y neutralizar sin problemas esa misma fuerza en nuestros cuerpos a través del estudio del ukemi. A pesar de que entrenamos sinceramente año tras año con muchos buenos ejemplos antes que nosotros, aun pasamos por alto este objetivo.

¿A que se debe esto? ¿La habilidad de movernos a partir de nuestro centro esta reservada para unos cuantos elegidos? ¿O será que estamos “ladrando al árbol equivocado”?


Tal vez no estamos haciendo las preguntas adecuadas, o, como maestros, manifestamos esta habilidad, pero carecemos de un diseño pedagógico claro para transmitirla a nuestros alumnos.

Mi trabajo como entrenador personal y como instructor de Pilates me ha proporcionado algunas herramientas de investigación que han sido de gran ayuda para mi entendimiento de lo que significa movernos a partir de nuestro centro. Aún reconociendo las limitaciones para transmitir esto por medio de la palabra escrita, haré algunas observaciones.

Desde una perspectiva estrictamente física, he aquí el problema como yo lo veo: con el fin de hacer nuestras vidas más cómodas, hemos creado para nosotros soportes ergonómicos tales como las sillas y los inodoros, lo cual ha dejado un profundo costo en la alineación ideal de nuestra columna vertebral. Desde nuestra infancia, hemos encajonado nuestros pies en los zapatos, amortiguando nuestra conexión con la tierra. Hemos pavimentado nuestros caminos y construido escaleras entre las alturas, limitando la movilidad de las articulaciones de la cadera debilitando las piernas.

Es con tales cuerpos que la mayoría de nosotros inicia el estudio del Aikido, un arte que presupone precisamente las capacidades físicas que no poseemos. Hasta que no tratemos esos defectos, nuestra búsqueda para lograr un movimiento holístico y coherente será verdaderamente como buscar una aguja en un pajar.

Tratemos estos problemas, entonces, comenzando con la alineación de la columna vertebral.

La columna vertebral humana ha evolucionado hacia una forma ideal que permite la fuerza, la absorción de choques y la libertad de movimiento cuando esta alineada verticalmente a la fuerza de gravedad. La columna no es desde luego, un hueso sólido, sino una serie de vértebras conectadas, similar a un collar de perlas, que depende de una contracción muscular adecuada para mantener su forma ideal.

Cuando nos paramos o nos sentamos, lo ideal es que la pelvis este vertical a una pequeña concavidad en nuestra espalda baja. Los omóplatos están hacia abajo y atrás, la barbilla está elevada, y la parte superior de la cabeza se extiende hacia el cielo. Sin embargo esta postura es muy rara en estos días. Lo cual se puede atribuir a nuestra dependencia a la silla.

Ya sea que estemos sentados en nuestros escritorios, en nuestros sillones, o manejando nuestros coches, dejamos por completo a las sillas el trabajo de dar soporte a nuestra columna, y no solamente hemos olvidado como se siente una alineación adecuada, sino que también hemos descubierto que nuestra musculatura central, nuestro corsé natural, se ha tornado flojo.

Esta pérdida de elasticidad ha tenido un impacto debilitante sobre nuestra habilidad para proteger nuestra columna, y las lesiones de espalda baja son frecuentes en nuestra sociedad. Incluso entre los jóvenes.

La segunda gran contribución de la vida moderna, el inodoro, ha ahorrado a pocas de nuestras pasadas generaciones la indignidad de agacharse para aliviarnos. Aparentemente la vida se ha vuelto mucho más sanitaria.

Sin embargo, también esto ha dejado un profundo costo en nuestros cuerpos.

Debido a que ya no nos agachamos, hemos perdido demasiada fuerza en nuestras piernas, especialmente al nivel inferior del movimiento. Descubrimos que la movilidad de la articulación de la cadera, cuya evolución permite la rotación libre, esta sumamente estrangulada. Nuestros tendones se han estrechado, empujando la pelvis hacia la parte posterior, lo que contribuye al mal alineamiento de la pelvis, tendencia creada por la influencia de la silla.

Como el agacharse es una acción extraña e incómoda, tendemos a inclinarnos desde la cintura para recuperar objetos del piso. Esto nos causa un uso excesivo de los extensores lumbares relativamente pequeños y una falta de uso de los glúteos y los cuadriceps, músculos mas grandes y diseñados para dicho trabajo.

También las rodillas, hoy, raras veces son estimuladas bajo carga dentro de su completo rango de movimiento, y por lo tanto se han debilitado. Débiles y sumamente vulnerables a las demandas a las que son sometidas durante la práctica de una disciplina tan vigorosa y dinámica como lo es el Aikido.

Ahora, el Aikido saltó de una cultura física que si se agachaba y que utilizaba mucho menos las sillas. Cuando los maestros de Aikido japoneses transmitían este arte al occidente, se dieron cuenta de que no sólo se enfrentaban a una cultura diferente a la suya, sino a un cuerpo diferente desde el punto de vista kinestético. Algunos han comentado que nuestros cuerpos occidentales parecían estar al revés.

Cuando una persona es incapaz de utilizar efectivamente la fuerza de las piernas y de la región pélvica, solo puede confiar en lo que le queda: su torso, el pecho y los brazos.

Las posibilidades son, si has estado entrenando Aikido durante un periodo de tiempo, te han dicho que te relajes. A veces esta corrección se pronuncia con tal vehemencia que inspira cualquier cosa menos la relajación.

Acepto que lo que necesitamos hacer es tensar apropiadamente en los lugares y los momentos correctos, creando una ola de eventos musculares que establezca una línea clara de fuerza en el cuerpo.

Estabilizando y fortaleciendo nuestros músculos centrales, protegeremos nuestra espalda, definiremos, vívidamente, nuestro centro físico, y liberaremos la parte superior del cuerpo para que pueda desempeñar el rol que le corresponde.

Estirando y movilizando nuestras piernas y articulaciones de la cadera, salvaguardaremos nuestras rodillas y construiremos una base física para una clara expresión de la fuerza del cuerpo entero

Esto nos lleva a la pregunta ¿cómo exactamente?

Estoy trabajando en eso.


 Este ensayo se publicó originalmente en el verano del 2004 tema de Biran y como un blog dentro de Aikido Journal en enero del 2006.
Daniel Kempling, 5º Dan, shidoin es el principal instructor del Pacific Coast Aikikai y es Director del Center for Mindful Movement en Saanichton, B.C.

(Traducido por Angye Alejandra Bahena García)


3 comentarios:

  1. Gracias, ayer tuve la oportunidad de entrenar con un alumno en su primer día y si toda su fuerza provenia de la parte superior de su cuerpo.
    Referente a la experiencia que tuve con los ukemi, cuando fuimos a Japon, caminamos todo el día, aprovechar el máximo la estancia y de noche no podia dormir por el dolor de espalda, al ir a entrenar al dia siguiente al Hombu(en mi comentario de ayer me referia a las expl. del Doshu, dos veces y sin palabras) y los ukemis que alli hice fueron el santo remedio a mi dolor de espalda...

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  2. Anímate !! si no lo has hecho ya y cuentanos en formato parecido al de mi viaje a Rennes , esa experiencia tan especial ¿no?

    PD: Cuida esa espalda que tenemos algún día que practicar juntos... ;)

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  3. http://entrenandoaikido.blogspot.com/2007/05/en-el-hombu-dojo-17-18-wakamatsu-cho.html

    :):):)

    y hay más en el apartado Japon en ese mismo año

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