lunes, 11 de junio de 2012


Abrigamos una multitud de prejuicios si no nos decidimos a dudar, alguna vez, de todas las cosas en que encontremos la menor sospecha de incertidumbre.
René Descartes.

En 1637 apareció su famoso Discurso del método, presentado como prólogo a tres ensayos científicos. Descartes proponía una duda metódica, que sometiese a juicio todos los conocimientos de la época, aunque, a diferencia de los escépticos, la suya era una duda orientada a la búsqueda de principios últimos sobre los cuales cimentar sólidamente el saber.

El texto se basa en el sistema metafísico de Descartes, pero para llegar a el debemos comenzar por lo que nos lleva a estudiarlo, la duda.

Es muy cierto que la duda es un momento previo necesario al pensar filosófico, pero la duda cartesiana se hace tan radical que se convierte en “duda metódica”, método del pensamiento filosófico.

Primer nivel de duda: la falacia de los sentidos. En este nivel la actitud racionalista duda del testimonio de los sentidos, pero ésta duda también nos hace dudar de la existencia de nuestro propio cuerpo.
Segundo nivel: la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño. Dudar de que las cosas sean como las percibimos en los sueños. Con esto realiza el ejercicio intelectual de hacer la duda lo más radical posible.
Tercer nivel: el genio maligno. Concepción de Dios como libre omnipotencia que proviene del nominalismo la que introduce la total incertidumbre.

fuente: http://www.facebook.com/taller.sociologico


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